jueves, 7 de abril de 2016

soñando, soñando, soñó

Entre besos y caricias aquella noche se quisieron como se amaban... y, como debió haber sido antes, la última la hicieron suya, olvidando el "ayer" y el "mañana".
Se miraron sin parar, sin cansarse... pero lo que él no sabía era que ella memorizaba cada milímetro de su cara, de su cuerpo, cada gesto imperceptible, involuntario... todo... y, aún queriendo, jamás podría olvidarse.
Se abrazaron como si fueran a fundirse, con la esperanza de que aquello fuera posible. Pero lo que él no sabía era que ella no sólo lo abrazaba a él, abrazaba cada momento a su lado, cada recuerdo al que pudo acceder... por si fuera esa la última vez.
Así pasaron las horas, y con ellas, las palabras, los miedos, las promesas mudas... llegó la calma. Pero lo que él no sabía era que detrás de su sonrisa, a ella se le desgarraba el alma; que detrás de su seguridad, detrás de todo ese discurso que tan bien aprendido se tenía, allí estaba, la verdadera ella; perdida, sola y aterrada de pensar en perderle, de pensar en que sus ojos miraran a otra, que su corazón cambiara de rumbo, y latiera aún más fuerte.
Finalmente llegó la mañana y, con ella, la despedida. Robaron todos los besos que les fue posible, se dijeron "adiós" y se marchó. Pero lo que él no sabía era que, al cerrar la puerta, ella lloró... lloró el "hasta luego" más desesperado que jamás sus ojos habían visto.
Y la vida pasó... y lo que él no sabe es que, al final de cada día... "buenas noches, te necesito".