domingo, 18 de mayo de 2014

Nunca es demasiado

Y supo mi corazón que le amaba. Lo supo al morir en sus ojos y renacer en sus labios.  Se paró... y latió a mil por hora al mismo tiempo. Y explotó en mi pecho. Me gritó que no había dos como él en el mundo asi que tenía que ser mío. Me hizo prometerle que jamás le perdería... yo le juré que dedicaría el resto de mi vida a hacerle feliz. El resto de mi vida... y sonó a poco. Me explicó que había estado esperando, lo que habían parecido mil años, a que él viniera a mover el mundo. Y, sereno, me hizo entender que debía dejarlo ir, ya no me pertenecía.
 Así que se lo entregué... mas bien se lo devolví, porque había sido suyo desde el primer momento. Ya nunca lo volví a sentir... excepto a su lado, que me lo prestaba para sentirlo latir más vivo de lo que jamás había estado...
                                                           ....Y cada día le quiero más que nunca.

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