¿Que qué tengo que decir al respecto? Mucho…
pero lo único útil de toda esta experiencia es haber aprendido que realmente
cada segundo cuenta, que no es un timo, ni palabrería sensiblera. Es un hecho. Así
que, si he de hablar de algo, que sea de eso, y, de verdad, espero que me
escuches.
No hay nada en esta vida de lo que me
arrepienta más que de las palabras que faltaron, y de las que sobraron también,
hacia él. Ojalá alguien me hubiera hecho ver a mí por entonces que( aunque la
juventud suele convertirse en nuestro más fiel escudero a la hora de culpar a
alguien de nuestros errores) lo hecho, hecho está. Y aunque nosotros podemos
tener toda la vida por delante, no siempre tenemos toda la vida para
arreglarlo. Nuestros seres queridos no son eternos, y todos vivimos expuestos a
cualquier capricho del destino(o de lo que sea, llámalo “x”), así que es una
temeridad “dejarlo” para mañana… ¿y si “mañana” no se presenta?. Sé que puede
resultar difícil o incómodo, pero es más fácil echarle un par de huevos ahora y
hacer lo que debes hacer, que intentar quitarte el pellizco del pecho luego,
cuando ya no puedas hacer nada al respecto. Y, por favor, créeme en esto.
Uno de los mayores errores de las personas es
vivir como si tuvieran toda una vida para hacerlo… por lo que se dedican a
preparar el terreno para el futuro. Respecto a esto debo decir que es una
soberana estupidez. Está estupendo querer tener un buen futuro, pero que este
no sea a costa del presente… porque lo que empezó siendo un buen propósito
acaba por convertirse en un hábito, y nos olvidamos de vivir. Y al final, ¿qué
tenemos?... un montón de años a cuestas. Exacto, “a cuestas”, es la clave… que
no “vividos”. Yo no quiero que llegue el día en que a la vida le de por dar uno
de esos giros que tanto le gustan y encontrarme llorando por todo lo que no he
hecho y ya no me va a dar tiempo. Por eso yo vivo el día a día. No descuido mi
futuro, en absoluto, me lo preparo y lo trabajo igual que tú, pero no hago de él
el eje de mi vida. El eje de mi vida somos mi felicidad y yo, y hago lo que sea
por ambas.Y no es egocentrismo, ni narcisismo, ni nada que se le parezca, en absoluto. Mi felicidad también incluye la felicidad de mis seres queridos, y aquello por lo que creo que merece la pena luchar. Y si me apetece irme a la playa a las 7 de la tarde, voy, aunque tarde 45 minutos en llegar
y vaya a estar 5. Y si me apetece llamarle, le llamo, y no me arrepiento después
porque sé que es lo que debía hacer. Y si tengo que pedir perdón, pido perdón
con el corazón en la mano y todos los anillos puestos, porque no es doloroso reconocer
el error, lo doloroso es querer hacerlo cuando ya no se puede. Y, sobre todo y
ante todo, si quiero ver mi madre, cojo el coche y voy a darle el abrazo más fuerte
que me permita el cuerpo. Y si me apetece decirle que la quiero, se lo digo EN
MAYÚSCULAS. Y, sobre todo, si el carácter me nubla la vista y me calienta las
palabras, respiro dos veces antes de hacer nada, porque no quiero pensar que
hice daño a alguien a quien quería por una estupidez que tampoco tenía tanta
importancia.
Así que camina TRANQUILO fijándote en el
camino. Ponte en el lugar de los demás, no eres el único con vida e historia. Relativiza las cosas, ¡que tampoco es para tanto!. Da lo mejor de ti,
sin esperar una recompensa por ello, hazlo por ti. DISFRUTA. Y no esperes tanto…
coge cada momento que te regale cada persona y disfrútalo… merece la pena.